viernes, 20 de mayo de 2011

Prisionero de amor.
Prisionero soy del amor latente,
mi madre prisionero me hizo,
  me creo en un pensamiento de su mente,
 me aprisiono en su corazón su hechizo.

Prisionero soy, y lo fui en su vientre,
del amor materno; prisionero he sido,
 prisionero en tu corazón ardiente,
con que Dios me ha bendecido.   

Cautivo de tus brazos soy mujer,
 prisionero del encanto natural,
 en tu pecho prisionero quiero ser,
 prisionero de mi madre celestial.

La mañana que navega en rayos de oro, 
y el encanto de la rosa matinal,
 son los risos del más bello tesoro,
 de mi madre; Angelito celestial!

Ni las aguas cristalinas son más puras,
lo  revelan dos ojitos compasivos,
 una madre; un océano de ternura,
 madre, es luz del cielo que no olvido.

Bendita seas madre mía!,
 fabrica de vida, manantial de amor,
 Madre sois caravana de alegría,
 sois tesoro que dono, nuestro señor.

Cautivo de tu pecho siempre he sido,
prisionero de tus brazos quiero ser,
  Madre en mis sueños no te olvido,
Madre; amor bendito de mujer! 
                                                                                                            Autor: Noel González.





LA PERSONA AMADA

En tus ojos tu mirada,
En tu boca tu sonrisa
Al verlas mi corazón
Late a toda prisa.

Lo más dulce de la vida
Lo disfruto junto a ti
Tú estás es cada día
Alegrando mí vivir.

Y si al horizonte veo
Vienes a mi pensamiento,
Entre cortinas de celaje
Mi vista se pierde en el tiempo.

Mi alma sonríe al verte,
Se exalta al hablar de ti,
A la vez no sabe que siente
Y se pregunta ¿Por qué es tan Feliz?

Y en el sueño de una noche
Entre preguntas enredadas
La dulce voz del viento me dice
¡Que tu eres  la persona amada!




Autora: Diana Georgina Duran Manzanares
El logo oficial del Circulo Literario Vicentino.

jueves, 7 de octubre de 2010

Trabajos literarios de todos los integrantes del Circulo Literario Vicentino



Confesión:
Comprende: no estoy diciendo
que por el mucho calor
 se marchito la flor
 que perfumaba mi huerto.
Continuo pensando:
 que si me hubiera querido
 no hubieras dejado el nido
 que aun continuo adornando.
 Se fue por que no entendió
lo mucho que la quería
 creo que confundió
 mi verdad con su alegría.
A otro le va a entregar
 lo que a mi pertenecía:
 un amor, una caricia,
 un puerto para mi barquilla.
No entendió el idioma…
yo era el buitre ella paloma.
Ella desprecio, yo amor,
Ella perfume yo aroma,
Ella bálsamo, yo, dolor.

-Respóndeme caro amigo
 ¿será premio o castigo
eso de haberme dejado?
-Déjalo. Pasado es pasado.




Autor: Prof. Manuel de Jesús Ortiz García






Si supieras

Hubieras dejado sacar de mi alma
 la pena de amores que tanto me agobia.
Hubieras dejado sentir en mi pecho
la amarga tristeza que me embarga.
Ahora que es tiempo escucha mi queja
 -aquí- tus caricias, tus gustos,
me hacías feliz con mirarte
 sentirte y besarte con ansias.

Fuiste en mi vida:
 La tierna caricia que alegraba mi alma,
 el presto consuelo que presto llegaba;
 sanabas la herida, la llaga
 y yo te adoraba
no comprendes el por que
 tan caro cobraste el amor que te daba,
me hiciste creerte, amarte,
 me hiciste soñar a cambio de nada.

Los sitios que oyeron las cuitas de amores
a lo que ahora se extrañan
 verme con la angustia y estos dolores
que rasgan mi alma,
 me soñé muy tuyo, tenia confianza,
 en este mi pecho habito la esperanza
sembré en mi cerebro un: te quiero
y por eso te pido, te ruego.
Ahora me abraza ese fuego
 y quería mi pecho el cruel desengaño,
te pido por Dios, te lo ruego
ya no regreses, ya no soy el dueño.






Autor: Prof. Manuel de Jesús Ortiz García

Un hombre y un lucero.

Aquel hombre despertábase antes del alba.
Contemplaba el lucero mañanero.
Con suave y dulce voz cantaba,
 la dulce canción del pregonero.
 No entendía el porque de su constancia,
el despertarse antes del alba,
 no el porque la estrella a la distancia
 no podía consolar su alma
 vivió el habito perenne
 al despertarse alegre todas la mañanas
 hasta que un día quedose inerte
solo,  mudo y muerto al pie de la ventana,
 y el lucero en la oquedad del cielo
 busco con brillo el grato compañero,
quería darle la paz y el consuelo
y las canciones en el bello cancionero.

Ahora nadie canta en la ventana,
 esta ignorado el lucero mañanero
ahora viaja sola la mañana
quedo hecho trizas el bello cancionero.










Autor: Prof. Manuel de Jesús Ortiz García





DECONSOLADO

Salía de la llanura al cielo
 buscaba su amor idealizado
 deseaba darle al corazón consuelo
y la esperanza que vivía soñando.
Salía mendigando una caricia
 y siempre, siempre encontraba nada;
 estaba huérfano de amor y una sonrisa
 y de vivir, con su alma ilusionada.
Siempre que iba a cualquier lado
 sus ojos contemplaban la belleza
 de la mujer que había idealizado
la que al no tocarla aturdía de tristeza
Decía: vas a quererme si te encuentro.
El cargo que te doy es darme consuelo
llena mi pecho con amor y contento
 arrastrarme por los senderos de tu cielo.
No dejes mi corazón vacío
 cual nido que arrojo el recio
 viento tu eres la rosa yo el rocío
que pueden adornar en su aposento.
Así es… Rompamos el hechizo
 que me hace vivir en honda pena.
Los años. Si lis años que ahora freso:
Hazlos radiantes cual luz de luna llena.










Autor: Prof. Manuel de Jesús Ortiz García




Senderos de ensueños.
(Acróstico)

Edén, son tus ojos dos luceros
vientres de luz, amor y embeleso
emanando al ser limosnero
la ilusión, la alegría en un beso,
y esos ojos bellos ¡hechiceros!
noctámbulos luceros traviesos.

Noctámbulas estrellas del cielo
otean el edén ¡oh soberana!
hechizo sus labios ¡caramelo!
 encienden su luz en mi ventana,
místicos danzares de tu pelo
 y rayos que el sol, del cielo emana.

Palacio es ese cuerpo de estrellas,
aromas, ¡manjares matutinos!
 Las mieles luminosas centellas
amor, florilegios divinos
crepúsculo de auras y rocío
ilustre que naciste de aurora
oropel que destella el brillo
 son luces en noche abrumadora.

Destello de amor en el ocaso
 innato encanto; ¡mi fiel lozana!
atuendo mágico de tus brazos
 zafiro del cielo ¡luz temprana!


AUTOR: Noel José Cubías González






El Cerro Brujo.
            Hace mucho tiempo existió un cerro encantado, eran tiempos de barbarie y en el algo misterioso sucedía;  cosas sobrenaturales, imágenes estremecedoras, actos sin iguales y joyas encantadoras se podían divisar en aquel mágico y encantador lugar. Nadie se explicaba el por qué de estos hechos, ningún evento en este lugar tenía coherencia lógica, todos los misterios eran ignorados por los pobladores del lugar. Pero todo debía cambiar; pues en el seno de una familia humilde nació un guerrero de la vida, un líder sin igual, el hijo de los dioses al cual nombraron Chaldro.
            Chaldro (el hijo de los dioses) era el iluminado, el bendito de los dioses, el que debía descubrir y dar a conocer todos los secretos, regalos y bendiciones  que los dioses y la naturaleza habían obsequiado a aquella población con aquel mágico y encantador lugar. Chaldro era  un niño saludable y encantador, a sus seis años exploraba aquella tierra encantada, descubría el misterio de aquel lugar, conocía la magia que albergaba aquella colina. No tardaría mucho en para que los dioses revelaran su secreto, pues diez años cumpliría Chaldro cuando se encontraba en la cima de el cerro encantado, tenia hambre, tenia sed y no encontraba como sustentar sus necesidad por comer algo. Chaldro con desesperación elevo su vista al cielo y vio una nube que se detuvo justo arriba de él y, sin dar tiempo, alguno refrescó valles y colinas con agua cristalina. A Chaldro le apago la sed;  y una voz emergió de entre la extraña nube y expreso: 
­     Chaldro príncipe del amor, no me veras pero me oirás; escucha mi voz que es la voz del cielo, tú has sido elegido por los dioses para brindar a tu pueblo los regalos del cielo.
Chaldro sorprendido y sin pensarlo preguntó:
­     ¿Quién eres? ¿Por qué no puedo verte?, ¿Tú enviaste la lluvia?
  Y la voz de lo alto dijo: 
­     No preguntes nada. Tú pueblo tenia sed y yo la he apagado, rogaba al cielo por la lluvia y yo le he contestado, ya no sufrirá más por el agua. Al costado Oriente de este cerro existe una caverna, de ahí haré brotar un manto infinito y puro del líquido preciado, del líquido de vida, de agua, el agua más cristalina pura y refrescante brotara de los suelos como regalo del cielo.
Chaldro contestó:
­     Mi pueblo tendrá agua, pero morirá de hambre, pues no  hay nada que comer, todos los cultivos se secaron con la sequia que experimentamos.
La vos replicó:
­     Al costado Occidente de este mismo cerro hay otra caverna, ve allí y encontrarás alimento para toda la temporada hasta que los nuevos cultivos brinden su fruto, cuídalo, dale a tu pueblo solo lo necesario por que es el regalo de los dioses.
            Después de haber expresado lo anterior la nube se retiró y despejo los cielos, el sol brillo nuevamente con felicidad. Chaldro descendió por las colinas de aquel cerro misterioso, fue al costado oriente del cerro y como la voz se lo había dicho había un manto cristalino de agua, el más puro que había visto, lo conoció y siguió caminando, llego al costado occidente y encontró en una caverna toda clase de alimentos y frutos; muy alegre ingresó a la caverna y  exclamo: ¡Bendito sea el cielo!
            Comió hasta llenarse, al encontrarse satisfecho pensó en salir y dar a conocer la noticia a toda la población pero que sorpresa se llevaría; al intentar salir no encontró la salida. De lo más profundo del seno de aquel cerro surgió una voz que dijo:
­     Chaldro, príncipe del amor no dudes, actúa con seguridad, te diré algo: no debes permitir que alguien entre a esta caverna por que se perderá y nunca más encontrara la salida.
            Advirtió esto y la voz no se escucho más. A Chaldro se le apareció una luz que lo guió a la salida. Salió, luego convocó  y concentró a su pueblo y dio a conocer la noticia. Todos los pobladores comieron hasta quedar satisfechos y luego preguntaron: -¿Quién eres?, ¿Por qué te habla el cielo? ¿El agua y el alimento se terminaran?
Y Chaldro hablo y expresó:
­     Solo contestare lo necesario; todo lo que tenemos es regalo del cielo, los dioses me hablaron y dijeron que nos brindarían alimento hasta que nuestros cultivos puedan dar frutos, debemos cuidar todo lo que los dioses nos dan.
            Paso un tiempo, y en aquel pueblo reinaba el amor, la felicidad se respiraba en su ambiente, todos sus habitantes se encontraban contagiados de alegría; pero aun faltaba un mes para que las plantaciones brindaran su fruto cuando el alimento se terminó.
Con fe en los dioses, Chaldro subió al cerro, pero mientras subía vio un extraño movimiento entre los matorrales, se acercó un poco pero no divisaba nada, se acerco un poco más y vio una vaca esplendida hermosa y muy saludable, la capturó como pudo y la llevo entre los pobladores, los pobladores sorprendidos preguntaron:
­     ¿De adonde has traído ese animal?
­     Chaldro contesto:
­     Este es otro regalo del cielo, nos lo regalaron para alimentarnos hasta que podamos recoger los frutos.
            Aquella vaca dio a luz un hermoso ternero y así se formo un corral productivo. Aquel pueblo no tenia mas que pedir se encontraban felices, tenían agua, tenían tierras fértiles, tenían ganado y, lo más valioso tenían el corazón opreso de amor. Pero un día en aquella población surgió un hecho sin precedentes que cambiaria la vida de la población, la persona responsable del corral saco los animales y se dirigió a al rio Machacal para que tomaran agua, pero en el camino uno de los animales se resbaló, se encontraba al borde del precipicio, a punto de irse al abismo, el corralero de nombre César se asusto mucho, pues le habían encomendado con gran confianza aquel corral, y la habían solicitado un cuidado especial con los animales. César, muy triste, se quedo mirando fijamente a aquel animal sin poder hacer nada, resignado a la perdida; clavada tenia la mirada en el animal cuando de pronto desapareció.
            Aquel hombre, con gran prisa, llevo a los animales a tomar agua y regreso, y muy pronto los pobladores observaron que faltaba un ternero y comenzaron a surgir muchas dudas, de entre el pueblo surgió un hombre que pregunto:
­     ¿Qué ha sucedido con el otro ternero? 
            Cesar, el corralero explico lo que había sucedido pero nadie lo creyó. Chaldro el hijo de los dioses, sabia que lo que decía César era cierto y el tenia una explicación; pero entre el pueblo se comenzó a murmurar que César se había apropiado del animal y los corazones de los pobladores de aquel pueblo comenzaron a llenarse de odio, rencor, envidia y desamor. Chaldro tomo la palabra y dijo:
­     Señores, el cielo nos regalo mucho, el nos a quitado muy poco, no lancemos insultos a nuestros semejantes por que con ello ofendemos al cielo y a los dioses.
            Mas las palabras de Chaldro no fueron escuchadas, en aquel pueblo se percibía un ambiente hostil, violento y muy individualista. De las reses que quedaron cada quien tomo una; en los terrenos de aquel cerro cada poblador cercaba su parcela de tierra, todos discutían, peleaban por los cultivos fruto del amor del pueblo y de los dioses.
            Chaldro subió al cerro y sentado en una roca lloró amargamente, le vieron así del cielo y los dioses hablaron así:
­     Chaldro, príncipe del amor, tu pueblo ha fallado, ya no es más el pueblo de amor, el pueblo armonioso, el pueblo del cielo. Ve y diles que no sigan; que detengan su envidia y egoísmos porque desataran la ira de los dioses.
            Chaldro nuevamente reunió al pueblo y con voz fuerte dijo:
­     Hoy me hablo el cielo y me advirtió que no debemos pelear mas por que ellos nos castigaran.
            Pero nadie puso atención a aquellas sabias palabras. Mas entre los pobladores se corrió una noticia que decía que el cerro era hueco y que en su seno habían tesoros abundantes, un poblador al escuchar esto corrió a casa tomo la herramienta y subió al cerro, comenzó a escavar un gran hoyo, pero el cerro tragó la barra que usaba para cavar y claramente se escucho cuando la barra cayo al fondo, pero no se detuvo y siguió excavando. Los dioses le vieron y decidieron  reprender aquel pueblo desobediente, el agua de el nacimiento tuvo sabor a hierro por lo que ya no podía ser tomada, la tierra de aquel cerro se volvió infértil, no tenia mucha plantación y ya no daría el abundante   fruto esperado.
            Aquellas colinas perdieron el encanto, no produjeron más, aquel pueblo mágico y encantador no tenía más atractivo, el agua cristalina y fresca no seria igual. Todo cambió en aquellas misteriosas colinas, después de ser bella ahora estaban despobladas, su rica naturaleza ya no era más que deforestación sin agua, sin frescura y árida y sin vida.
            Chaldro rogo a los dioses por su familia y los dioses le escucharon y le ordenaron marcharse al pueblo vecino donde si reinaba el amor, la amistad y la armonía. Se marcho; pues el príncipe del amor no podía estar entre odios, rencores y violencia; con el se marcho el misterio y el encanto, así también los regalos de los dioses.
            Esto demuestra como el odio, el rencor y la envidia pueden terminar con la magia de la vida, del amor y la amistad. Así terminó con el encanto y la felicidad del pueblo Del Cerro Brujo.
Autor: Noel José Cubías González
Prodigio Vicentino
I
Cuan reluciente y de inmortal valía,
es el tesoro de raíz divino,
es el orgullo de ser vicentino,
que con su sombra, robó luz al día.

Cuan majestuosa su mitología,
y la realeza de su bello trino,
son emociones que jamás domino,
son los añicos de su antología.

Perchas doradas la sostienen firme,
son los soportes del dorado encanto,
sois riqueza y dolor al irme.

Nunca vencida, siempre triunfadora,
valor inmenso y gran valentía,
figura heroica que el corazón adora.

II
Cuan inmensa sosiega soberano,
no existe duda del encanto eminente,
que a diario destellas al gran San Vicente,
eres la amiga, la reina y hermana.

Centellas te alaban hermosa lozana,
la luna risueña y el ave canora,
con trémulo rayo y canto te adora,
tesoro eminente, de Austria y Lorenzana.

Danzante ternura que cubre mi pecho,
el tiempo no pasa por cuan maravilla,
ni cube la gloria de cuan heroico hecho.

Rayos te iluminan ocaso y aurora,
que envía el sol de lo alto del cielo,
a dar esplendor, a tu faz encantadora.
Autor: José Añico.

Cascada de luz.

Cascada de luz y esplendor,
lunar que en el cielo brilla,
estrella que brinda su calor,
del firmamento una maravilla.

Cascada de luz el sol,
cascad de luz la luna,
estrellas cascada de luz son,
cascada de rayos de fortuna.

La luz de la aurora en mi ventana,
y el sol matinal en lejanía,
emana su rayo de luz temprana,
que ilumina casa y alma mía.

Cascada de luz el rocio,
cascada de luz las estrellas,
cascada de luz son los ríos,
cascada de luz las centellas.

Cascada de luz la ilusión,
que otea del cielo un lucero,
los sueños cascada de luz son,
cascada de luz que yo quiero.

Cascada de luz es el mar,
el crepúsculo de luz es cascada,
el cielo infinito cascada de luz solar,
cascada de luz dorada.

Autor: Noel José Cubías González





Estrella en el firmamento.

Estrella, ¡estrellita lejana!
Dorados celajes ¿cual diosa?
Estrella naciste de mañana,
 para alumbrar la noche tenebrosa.

Estrella brillante del cielo,
centinela  del dulce vergel,
 alcanzarte quiero en un vuelo,
 entre llamas de amor y de miel.

Estrella ¡diosa soberana!,
estrellita ¡estrella matinal!
 Estrella brillante, lejana,
 la luz del edén celestial.

Estrella inmensa como el mar,
 Inmensa, como inmenso el cielo,
flamante como soñar,
 en noches de desvelo.

La luz que en el cielo brilla,
y viaja entre colores risueños,
estrella noctambula una maravilla,
que aprisiono en ilusión de ensueño.

Estrella ¡flamante doncella!,
 conquistando aroma en su aposento,
el astro que su luz destella
 es estrella en el firmamento.


Autor: Noel José Cubías González